Invitadxs EnLima | 14.10.2025

Escrito por José E. Caro
65 películas, 4 salas y un solo propósito: recordar que el arte y los sueños no tienen por qué obedecer.
En un país como el Perú, donde la realidad a veces parece escrita por un guionista kafkiano o, peor aún, por uno de humor negro, el Insólito Festival Internacional de Cine Fantástico se erige, año tras año, como un refugio para la imaginación libre. Desde 2018, este festival limeño —único en su tipo— se ha convertido en el espejo más honesto de las vanguardias: allí, lo monstruoso, lo delirante y lo poético encuentran su hogar.
La primera edición, realizada del 14 al 18 de febrero de 2018 en el Auditorio Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional del Perú, marcó un punto de partida decisivo para la institucionalización del cine de género en el país. Con 45 funciones gratuitas y la creación de los premios Gato Negro y Gato Blanco, Insólito consolidó una plataforma inédita para el cine de género fantástico, de terror y ciencia ficción. Su expansión a través de la primera muestra itinerante en Trujillo, en alianza con la Subgerencia de Cultura y la Casa de la Emancipación, amplió su alcance regional, mientras la colaboración con el Festival de Cine Inusual de Argentina confirmó su vocación internacional y descentralizadora.
Más que una simple muestra de películas, Insólito se ha consolidado como la vitrina más importante del cine de género en el país —terror, animación, ciencia ficción, comedia absurda, cine bizarro, musical o serie B—, abriendo una grieta luminosa dentro del panorama audiovisual peruano. Su propuesta late con una convicción profunda: la libertad creativa no necesita permiso, solo espectadores dispuestos a mirar más allá de lo posible.
Bajo la dirección ejecutiva de Lina Durán y la coordinación de programación de Vero Ferrari, cada edición se convierte en un punto de encuentro entre lo marginal y lo sublime, entre el arte que desborda los moldes y un público que busca perderse en otras realidades. El diálogo entre la demanda y la propuesta —entre los gustos formados por el mercado y las obras que se atreven a desobedecerlo— define la apuesta de Insólito: un riesgo estético que el tiempo ha recompensado con permanencia y sentido.
El festival no solo programa películas: reivindica otra forma de entender el cine, como acto de resistencia frente a la normalidad impuesta. En sus salas, la imaginación se celebra como herramienta política, la ironía como espejo de lo humano y el exceso como lenguaje de cambio. Su mirada conecta con migrantes digitales y nativos analógicos, públicos distintos que, sin saberlo, buscan en la pantalla un mismo anhelo: existir de otra manera dentro del artificio.
Por sus salas han pasado obras internacionales, latinoamericanas, metropolitanas y regionales que celebran la heterodoxia. Invitados como Alexandre O. Philippe, Jairo Pinilla, Jorge Olguín, Jimena Monteoliva y Rodrigo Aragão han aportado una perspectiva global a un festival que crece sin perder su raíz lúdica.
El reconocimiento institucional no se ha hecho esperar: Insólito ha sido galardonado con los Estímulos Económicos a la Gestión Cultural del Ministerio de Cultura en 2018, 2021 y 2022. Pero lo que mantiene vivo al festival no son los premios, sino el pulso de sus espectadores, esa comunidad que celebra el riesgo y la invención como si fueran un mismo verbo.
Organizado por El Último Cineclub y la Biblioteca Miguelina Acosta, Insólito ha extendido su alcance con muestras itinerantes en distintas regiones del país. El cine fantástico deja de ser un lujo limeño: es gratuito y abierto a todos. Este año, del 23 de octubre al 2 de noviembre, 65 películas se exhibirán en cuatro salas de Lima, convirtiendo al festival en una celebración de la imaginación compartida.
En esta actualidad, donde la realidad parece agotada, Insólito recuerda que el arte —como los sueños— no tiene por qué obedecer. A veces, basta una película improbable para que todo vuelva a comenzar.
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