Marco Yanayaco Evangelista | 26.09.2025

Escrito por Marco Yanayaco
Nota: 8/10
Hace unas semanas se publicó Distimia, álbum debut más que esperado por la banda peruana Los membrillos. No mentiré al negar que mis primeras impresiones hacia algunos sencillos en su momento me llevaban a preguntarme por el sonido y qué tan desapegado podrían llegar a estar de toda la influencia de la que se alimenta y admira. Sobre todo, en un género ya trastocado como es el Shoegaze, creo que el poder demarcarse de los sonidos habituales es misión más que necesaria.
No se trata de exigirles que inventen un nuevo género, sino el querer apostar por algo más arriesgado y con identidad. Que apuesten todo y no esperen nada. Como dije, al tratarse de una banda joven, a quienes a través de una entrevista pude comprender mucho de su dinámica interna, sus referencias, influencias y gustos personales, este primer paso me parece importante para demostrar su talento, así como también su trabajo y su dedicación.
Tomar todo eso que amas de la música para luego pasar a formar parte de ese mundo me parece una de las principales motivaciones del disco, ya que más que guiños y el tributo que le puedan hacer a una banda o un género, me parece bastante positiva la honestidad con la que ellos se toman este disco y su propia música. Y quiérase o no, están en el foco, y esto traerá tanto comentarios positivos como negativos.
Trataré de ser lo más sincero y cuidadoso con lo que diré sobre las canciones y el disco en general. Y ¿por qué? Porque puedo.
Ultramarr es el tema que abre el disco, y en el que se siente la influencia de Silvania de inicios de los 90’s, lo cual es interesante porque es una especie de homenaje del trabajo que hacían en ese entonces. La voz suspirada que se sobrepone a todo el tema incluso al final, hace notar el respeto al legado del dúo para la música, colorea también mucho del sonido y el sentido que tendrá el álbum, además que tiene una producción impecable. Inesperadamente la canción de inicio y cierre me parecen de lo mejor del disco, eso deja la gran interrogante ¿qué pasa en el medio del disco?
Pues veamos. Con Atrapasueños hay cierta extrañeza, es desde luego un tema con motivos detrás muy interesantes, también el uso de sintetizadores junto a la batería le dan bastante fuerza y también una atmósfera más oscura, gótica incluso si se quiere. Este es un detalle que no pasa desapercibido porque funciona perfectamente. Por otro lado, las voces etéreas se complementan con el juego de guitarras, hay mucha frescura y ligereza en este tema. Además, me pasó que cuando lo escuché por primera vez en el Listening Party me parecía mejor canción para abrir el álbum.
A medida que le he dado un repaso continuo no he cambiado de parecer del todo, porque tiene la suficiente fuerza y presentación para cumplir esta función.
Entrando a Espirales surge un primer problema porque se siente un tema poco inspirado, los decorados que tiene la guitarra no logran atrapar ni convencer del todo, las voces no tienen tanta química como en los casos anteriores, pero cumplen y el coro logra realzar el tema por momentos. Sin embargo, siento que se agota muy rápido para lo que dura. Canción muy plana a comparación de los anteriores. Incluso considero que se hubiera acortado porque se siente dilatada en exceso para lo que ofrece.
Trementina es un primer cambio porque es un tema que roza bastante con el indie y dreampop. Una joya oculta que dura sus cinco minutos, pero que se justifica por el sonido que logra. Deja de lado un poco la distorsión y explosividad para centrarse en la melodía y la voz. La armonía de las guitarras es más delicada, así como la voz de Lilith que se luce bastante por su dinámica y el rango que alcanza en este tema.
Millones de colores es otro de los grandes temas que sufrió una evolución a partir de su versión en sencillo y que tiene cambios que aportan más que su antecesor. No solo por la fuerza de la batería, que recuerda mucho al Only Shallow de MBV, sino por el juego que propone, con un coro cargado de riffs distorsionados y agresivos que se contrastan con un piano sutil, pero importante. El sonido cinético y orgánico que hipnotiza es el orgullo de esta canción. De los mejores trabajos de inicio a fin, marcado por un loop en trance y teclados bien posicionados. Aunque sea un tema que recuerde a otros, tiene su propia personalidad.
Se sigue con Pesadillas, tema que regresa al rock más afilado, parece una transición, pero más que eso es un tema sencillo, directo, corto. Los coros bastante bien, pero sin mucho más de lo cual poder destacarlo.
Con Ella de me dice pasa algo distinto a Espirales y es que dice muy poco, con una atmosfera lograda, voces etéreas y enterradas que te atrapan desde los primeros segundos. Era una fiel candidata a ser un sencillo, pero no logra decir todo lo que quiere. Por eso, llama mucho la atención sobre todo por el final tan abrupto e inesperado que tiene, como si faltara una sección más por trabajar. No me queda muy claro cuál fue el propósito de este tema más que tal vez ser una transición que se quedó a medio florecer, quizá el tema más débil del álbum.
POR OTRO LADO, para concluir, tenemos a la que me gustaría llamar, la triada final más reveladora de Distimia: Los pajaritos, El gran cielo y Ciudad puente.
Este espacio es lo mejor que ofrece la banda tanto en composición, personalidad y estética. Retoma todo lo anterior repotenciándolo con motivos interesantes y una sensibilidad terrible. La emulación de las aves y el símbolo de la mañana que hay en Los pajaritos, las reflexiones y coros como plegarias en El gran cielo y la nostalgia mortal de la despedida en Ciudad puente significan una película aparte dentro del álbum.
Escucharlos por separado es un deleite, pero luego del recorrido anterior y uno seguido de otro alcanza otro sentido. Es más que meritorio darle su propio espacio. Quizá simbolice una puerta a lo que Los membrillos puede ofrecer con futuros trabajos. Espero que esto sea solo el principio y que no hayamos visto lo mejor todavía.
Un debut que merece todo lo bien recibido que está siendo y que viene de la mano de gente joven. Que hace lo que quiere y le gusta lo que hace también.
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