Mariana Libertad, docente: “Todavía se siente cierta amenaza frente a la presencia de una mujer intelectual”

© Mariana Libertad

Entrevista realizada por Viviana Gálvez

Este viernes 18 de enero se inicia el taller Ellas, las del Nobel en el que se analizarán a las catorce escritoras que han ganado el Premio Nobel de Literatura. Dictado por Mariana Libertad, doctora en Literatura y profesora en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ella nos cuenta sobre la relevancia de un taller exclusivo de escritoras mujeres, el aporte de las mujeres en la Literatura y los prejuicios que aún existen sobre ellas.

¿Por qué hacer un taller sobre mujeres que han ganado el Premio Nobel?
Todas las publicaciones y mi línea de investigación han sido sobre mujeres escritoras. Para este taller, hubo tres detonantes. Primero, en una clase mencioné a Selma Lagerlof, que es la primera mujer en ganar el Premio Nobel, y nadie sabía quién era, pese a que todos eran licenciados en Literatura. Me sorprendió mucho. Segundo, un problema que sí es constante en todas mis investigaciones es el diálogo del pensamiento feminista, los debates que está dando el feminismo, y la literatura escrita por mujeres. Me parece interesante que estas mujeres que logran penetrar en el campo intelectual negocien su postura: introducen algunos problemas del feminismo pero también tocan lo que es valioso para el canon. Entonces es chévere ver este mapa de mujeres. Son 14 autoras: seis antes de los 90 ‒es decir, en 90 años del nobel solo ganaron seis mujeres‒ y las últimas ocho que han ganado en los últimos 30 años, periodo en el cual hubo un cambio en el paradigma y pensamiento. Sin embargo, vemos que desde las primeras escritoras hay reflexiones sobre la posición de las mujeres en el mundo.

¿Y el tercer detonante?
Fue el más gracioso. Fue una queja de un estudiante de la Maestría de Literatura de la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Dijo algo así: “ahora resulta que hay que ser mujer para ganarse el [Premio] Nobel”. Y estamos hablando de 30 años y ocho mujeres. Esta sensación de que ahora solo se lo ganan mujeres viene dado precisamente por la opacidad.

¿Cómo surge tu interés por estudiar solo a mujeres escritoras?
Surgió cuando estudiaba Literatura en Venezuela. Recuerdo que estábamos en un curso de Literatura venezolana en el siglo XX y no leíamos ni a una sola mujer. Trabajábamos alrededor de 12 o 15 autores y ninguna era mujer. Cuando le pregunté a mi profesor a qué se debía eso, me dijo que las mujeres no escribían, eran analfabetas en el siglo XIX y lo lógico era que no escribieran. Aquello me dejó medio dudosa. Luego, tuve dos encuentros felices en la universidad: una profesora de teoría literaria nos habló de los estudios de género como una rama de la teoría literaria; y otra profesora de literatura venezolana comentó sobre una escritora de quien yo nunca había escuchado: Ada Pérez Guevara. Y pese a que su texto era una reedición reciente en ese entonces en Venezuela, nadie la mencionaba en ningún lugar. Así fue como empecé a interesarme por conocer todas estas escritoras que existían pero de las que nadie hablaba.

¿Crees que una perspectiva de género permite apreciar los textos de forma distinta? Es decir, ¿crees que una mujer escribe distinto que un hombre?
Cuando empecé a estudiar a todas estas mujeres me di cuenta de que era muy interesante oirlas, porque las mujeres no habían estado en el poder y tenían una visión distinta de todos los fenómenos sociales que retrataban. Por ejemplo, cuando los escritores venezolanos están hablando de un gran proyecto de Nación en los años 40, que se puede ver en la obra de Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco y los otros ideólogos, las mujeres estaban advirtiendo cosas que no se veían desde el poder.

¿Por ejemplo?
Dinorah Ramos tiene un cuento bellísimo, que se llama El Puente y ella dice algo así: “arriba se ve pasar a la gente en sus carros, la modernidad, el cine” y hay como un estribillo en el cuento que dice “abajo estamos nosotros”. También Ada Pérez Guevara tiene una novela que se llama Tierra talada (1937), en la que habla de este ser ilustrado que llega y civiliza el campo, pero ella dice que el campo está talado porque además llegó el que civilizaba y que destruyó todo porque no entendía nada. Dialoga con la propuesta de Rómulo Gallegos presente en Doña Bárbara. Sí, creo que siempre las mujeres tienen una perspectiva distinta de todo porque no están en la misma posición y, por lo tanto, no van a leer los hechos ni los fenómenos ni la historia de forma similar. Esto se debe a que no son las mismas experiencias. La Revolución Francesa, por ejemplo, si la cuenta un hombre, nos dirá que fue el momento en el que se iniciaron las ideas republicanas; si lo cuenta una mujer, dirá que fue el momento en el que les cortaron la cabeza a las mujeres que pedían igualdad. Entonces, dependiendo de dónde estés parado verás un fenómeno distinto.

¿Y en la actualidad?
Una vez me dijeron: “No entiendo por qué las mujeres siempre tienen que tocar el tema del sexo en sus textos” y es muy gracioso porque siempre vemos representaciones, y en la representación del amor cortés, por ejemplo, siempre se le ha dicho a la mujer lo que tiene que hacer y sentir. Resulta disonante que la mujer diga lo que realmente siente. No es que está hablando de un tema distinto; sino que lo estoy hablando desde mi perspectiva.

Si bien las mujeres vienen escribiendo hace mucho tiempo, incluso hoy siguen siendo los hombres los que tienen mayor exposición en las librerías…
En todas partes. Hay una inclinación que viene incluso desde la formación del inconsciente, por la cual consideramos que la subjetividad masculina es la objetividad. Es decir, cuando un hombre habla de su subjetividad, asumimos que es universal. Entonces, se establece como sentido común o hecho histórico, por ejemplo, lo que les pasaba a los hombres; establecemos como verdad esa perspectiva. Eso hace que el canon privilegie los temas abordados por los hombres. Es muy gracioso: sobre las mujeres que escribieron durante todos los años 80 y 90 sagas familiares y decían: “Ay, qué ridiculez. Otra vez La Casa de los Espíritus” y no sé qué tanto más; ahora, los hombres están escribiendo todos sobre sus papás y resulta que ahora sí es legítimo escribir sobre la familia. 

La escritora y feminista Jessa Crispin critica que la mayor participación de las mujeres en determinados ámbitos no significa necesariamente un cambio en el discurso; es decir, pueden haber mujeres machistas. ¿Crees que las mujeres escritoras actuales tienen un discurso distinto al de los hombres o el discurso es el mismo?
Siempre hay mecanismos de negociación con el cánon y el campo cultural en los procesos de escritura. Es un triángulo: si yo altero al sujeto del enunciado y altero la circunstancia de enunciación y el contenido, puede significar que me van a sacar de la esfera, no me van a publicar ni nada. La Literatura y los trabajos desde el siglo XIX, desde las profesiones liberales, son espacios sumamente masculinizados. Normalmente, la mujer entra como intrusa. Con lo cual muchas mujeres que escriben suelen ser activistas; porque el hecho de que una mujer propiciara que otras leyeran o escribieran y participaran era una transgresión.

En las últimas ferias de libro en Lima se notó una gran cantidad de paneles de mujeres o sobre mujeres; y en las librerías también ya hay anaqueles solo de mujeres…
Sin embargo, vemos que este tipo de eventos todavía causa miedo o angustia. Es decir, la recepción de los eventos de mujeres escritoras todavía es de resistencia, hay gente que se resiste. Critican de sexista una mesa conformada solo por mujeres. Hay 10 millones de mesas solo de hombres, pero nadie lo critica. Todavía se siente cierta amenaza frente a la presencia de una mujer intelectual.

Volviendo al taller que dictarás, ¿con qué escritora ganadora de Nobel te quedarías?
Selma Lagerlof, la primera mujer en ganar el Premio Nobel de Literatura. Es una escritora bastante contracorriente y que pasó por debajo de la mesa en su momento, pese a que ganó el premio. Es una escritora que es importante leer. Y de las escritoras más contemporáneas, sin duda, Elfriede Jelinek.

Se que la pregunta es difícil, pero ¿con qué otras escritoras, que no han ganado el Nobel, te quedarías?
De las latinoamericanas, me quedaría con María Luisa Ocampo (México), Ida Gramcko (Venezuela) y Adela Zamudio (Bolivia). De las peruanas, de la primera mitad del siglo XX son muy interesantes: María Rosa Macedo, Hortensia Luna, Alida McParlin, Mercedes Holguin.

+info: Ellas, las del Nobel

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