'Macbet': Sacando a Shakespeare de su zona de confort

Rómulo Assereto interpreta al coronel Macbeth | © Difusión

Crítica de teatro por Javier Gragera

En esta versión libre de Macbeth, una de las tragedias más reconocidas del universal Shakespeare, llama la atención que no haya brujas. En su lugar, Vanesa Vizcarra, directora de la obra, ha incluido en la historia a una periodista de televisión. Interpretada por Denise Aguirre, esta periodista será la que durante una entrevista en vivo le vaticine al coronel Macbeth (Rómulo Assereto) que algún día será el líder de la nación. Esta premonición, clave para el desarrollo del relato, hará que Macbeth entienda que su destino ya ha sido escrito, y que a partir de entonces nada podrá detenerlo en su ambición de poder porque ya “nada existe para mí sino lo que no existe”.

Resulta altamente sugestivo que Vizcarra vea que una estrella de la televisión pueda personificar a una bruja en el siglo XXI. Eso invita a una reflexión: ahora no son “los agentes de las tinieblas” quienes “profetizan verdades”, sino las estrellas mediáticas y los periodistas con mayor rating de audiencia. Lo que se dice en la televisión es tan poderoso como un vaticinio. Los medios de comunicación son los nuevos oráculos de nuestra era. Ellos son el poder en la sombra, y la fuerza de lo que “es dicho” es brutal e inapelable. Estamos ante una interpretación escénica de lo que ahora se ha dado por llamar ‘posverdad’.

Desde un primer momento, se entiende que la intención de Vizcarra de traer la tragedia escrita por Shakespeare hacia un contexto contemporáneo va a ser decidida y arriesgada. Para empezar, Macbet (nótese que al título original de la obra le han suprimido la ‘h’ final) ya no se desarrolla en la Escocia del Medievo, sino en un innombrado país latinoamericano que suponemos existe en la actualidad. Aquí, la escenografía se estructura de manera simbólica, bajo la fría arquitectura de unos andamios que sugieren una sociedad en construcción, un país en obras, la efímera estructura de lo que todavía está por hacerse. ¿Cómo no sentirse identificado con ese retrato alegórico que hermana a muchas naciones latinoamericanas, ancladas en un permanente estado de reinvención, como si siempre debieran de estar a la deriva?

Otro elemento rupturista de esta adaptación es el uso de tecnología multimedia en la puesta en escena. Sorprende, por ejemplo, que Macbeth no declame sus monólogos directamente al público, sino a una webcam, cuya filmación se proyecta en simultáneo sobre el escenario. Es la proyección de su rostro la que nos mira, en lugar del personaje en carne y hueso. Como recurso escénico, resulta inesperado e inquietante, y en un primer momento el invento funciona. Pero luego empieza a enquistarse en la narración y se vuelve un elemento que ensucia la escenografía.

Se entiende que aquí nos enfrentamos a una nueva metáfora, en este caso sobre la era digital y cómo las nuevas tecnologías están cambiando nuestra manera de comunicarnos. Nuestra sociedad parece empujada a vivir encadenada a una pantalla, que filtra muchas de nuestras relaciones interpersonales. Es el síndrome de los bares donde la cara de la gente está iluminada por el resplandor de los celulares. Y esa es también la paradoja de la hiperconexión actual: las pantallas son un puente virtual que une lo que está muy lejos, pero al mismo tiempo son un paredón que aleja lo que está más cerca.

Lamentablemente, ese efecto de paradoja es tan logrado en esta puesta en escena que el espectador siente lo mismo en su butaca: los personajes de carne y hueso se alejan de la experiencia del vivo, y su representación proyectada en una pantalla se apodera de lo que sucede sobre el escenario. De esta manera, no solo se dispersa la atención del público al tener que atender a demasiados estímulos en simultáneo, sino que se mata el momento vivo, se desvanece el embrujo mágico del teatro. Y eso es perder mucho en favor de una metáfora.

Bajo estas pautas, la función termina por volverse errática, y no trasmite en su justa medida el empaque emocional de una obra que exige sentir una empatía visceral y casi militante con el drama del que somos testigo. A su favor, la audacia de Vizcarra para sacar al libreto de su zona de confort para indagar en aspectos de rabiosa actualidad de nuestra sociedad, además del acierto a la hora de elegir su elenco. Rómulo Assereto sabe imprimir su fuerte carácter al atormentado Macbeth, Denisse Aguirre es perturbadora y seductora a partes iguales, y la joven Leslie Guillén vivifica a la maquiavélica e impulsiva Lady Macbeth, quien “verterá su coraje en los oídos” de Macbeth y así moverá los hilos de la tragedia que acabará por consumir a ambos.

MACBET
Dramaturgia:
William Shakespeare (versión libre adaptada por Vanessa Vizcarra)
Dirección: Vanessa Vizcarra
Elenco: Rómulo Assereto, Denise Arregui, Alejandro Córdova, Leslie Guillén, Marcello Rivera, Renato Rueda y Mariajosé Vega.
Sala: Teatro Juan Julio Wicht – Universidad del Pacífico
Temporada: Del 22 de abril al 29 de mayo 2017
Horarios: Jueves a lunes 8:30 pm, domingos 7 pm
Precio: General S/50, Estudiantes y jubilados S/25, Lunes popular S/35

Añadir nuevo comentario