Margarita García Robayo: “Ser escritor es tan duro como ser mecánico de autos”

Margarita García Robayo. | © Mariana Roveda

Entrevista realizada por Hans Alejandro Herrera

Queda claro para Margarita García Robayo que la literatura no es una fantasía de oropel. La escritora colombiana llegó a Lima el pasado mes de abril de la mano del sello Pesopluma para participar en la feria de editoriales peruanas La Independiente. La autora de Primera persona nos habla sobre sus comienzos de escritora y su apuesta por la literatura local.

Has dicho sobre Primera persona que era más como un trabajo de curatela. ¿A qué te referías?
El libro es una selección de escritos, y la mayoría son encargos para distintas publicaciones como revistas que se fueron acumulando durante muchos años. Lo lindo de esta edición es que agarró textos de distintos periodos de mi vida, y se puede ver como una evolución o un autorretrato. Aunque en el libro todo está mezclada con ficción, así que realmente no es un calco de mi vida.

¿Cómo te lazaste a ser escritora? ¿Eras consciente que este es un ambiente de hambre?
No, no era consciente, hasta que tuve hambre [risas]. Al principio, vivía de lo que me pagaban por mis escritos y me iba moviendo de acá para allá. Luego me decidí a escribir ficción cuando me mudé a Buenos Aires. En Buenos Aires ser escritor no parecía una decisión extravagante ni espontánea. Es considerado un oficio como cualquier otro, aunque no es muy redituable. No es una panacea y hay mucha fantasía sobre este oficio, pero en realidad ser escritor es tan duro como ser mecánico de autos.

Bolaño señalaba que no existen escritores nacionales, sino escritores de lengua, como la española.
Ojalá fuera así. Si fuese como dice Bolaño todos estaríamos en todas las librerías del continente, y no es así. Yo publico en grandes editoriales, las cuales respeto, pero no creo que sean las que hagan la mejor función para que las literaturas nacionales y locales se expandan. Creo que esa función la cumplen mejor editoriales pequeñas que se abren camino de país en país y que son inconcebibles sin sus localidades.

¿Te consideras escritora argentina o colombiana?
Ni lo uno ni lo otro, la verdad no tenga demasiada noción de pertenencia geográfica. Yo siento que tengo más una experiencia temporal. Yo siento que todo lo que hago está más relacionado con el tiempo que transito que con la geografía de la cual provengo. Pero también sé que soy de un lugar, que vengo de allí y esa identidad se me cuela en todo lo que escribo.

Estudiaste en un colegio del Opus Dei, cuéntanos tu experiencia.
La enseñanza del colegio te encerraba en un mundo que no es, y cuando acabas el colegio te encuentras con que la realidad es otra cosa. Pasa lo mismo con las redes sociales, vivimos como en una burbuja, te rodeas con personas que piensan como tú, entonces solo te vas juntando con gente que constata tus ideas.

¿Y eso qué tan complaciente es?
Es sumamente autoindulgente, pues llega un momento en que te alejas del mundo y constatas después de que las cosas no son así. En Colombia el año pasado estuvo todo esto del proceso de paz, y todos en redes estábamos por el sí en la paz, y éramos un montón, yo sentía que éramos el mundo entero a favor de esa causa, y los escritores decían todos sí, sí, sí. Y cuando se dieron las votaciones nos dieron con un palo. ¿No que todos estábamos de acuerdo? No, hermano, éramos un nicho ridículo, chiquitito y el mundo real es otra cosa, es como que las redes contribuyen a esa falacia de que el mundo está hecho de gente como uno y no es así.

¿Qué hacemos entonces con las redes?
Lo único para lo que sirven es para el autobombo. Yo tengo hijos, familia. Soy incapaz de publicar una foto personal, comparto entrevistas, o la presentación de mi libro, casi no hago comentarios. Yo no sé quiénes son la mayoría de esas personas que comentan o hacen like. Al final nos acabaremos aburriendo también de las redes sociales.

Volviendo a la escritura, ¿qué sientes cuando presentas un nuevo libro, como en este caso Primera Persona? ¿Sientes todavía emoción?
Sí [Dudando], pero las presentaciones son raras. Las presentaciones de libros de las editoriales no sirven para mucho, a efectos prácticos son como un cumpleaños. Son un lindo gesto después de haber dedicado tanto esfuerzo en hacer un libro, porque al ser publicado deja de ser tuyo y empieza el libro a tener que ganarse su lugar. Cuando alguien te vuelve a preguntar sobre un libro publicado, es tener que volver a transitar un camino que ya recorriste cuando tú mismo te dices: “yo ya no escribo así”.

¿Cómo ocurrió esto de que lo presentas con Pesopluma aquí, en Lima?
Rarísimo, creo que tiene que ver con esto de las redes. No sé, de repente te escribe alguien desde lugares insospechados, y tú dices qué raro, cómo supo de mí. Me gusta publicar con editoriales independientes de distintos países material que en general no publico en una editorial grande. A mí, Pesopluma me ofreció publicar un texto alternativo, nos mantuvimos en contacto y pasaron como tres años en que se compiló este material recolectado en otras publicaciones y se los mandé. Fue fácil y azaroso.

¿Cuándo está listo un cuento o un libro?
Nunca lo está, los libros nunca terminan de escribirse. Creo que es decisión del autor, y es un timing muy personal. Pero esto no quiere decir que la historia esté completa, porque cuando uno escribe siente que puede estar escribiendo para siempre.

¿Qué es la literatura para ti?
La literatura para mí es una gran conversación.

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