Fabs Reyna | 31.03.2025

Por el Día Internacional de la Visibilidad Trans
Escrito por Fabiola Reyna
Existir en las estadísticas es existir en las políticas
¿De qué manera se da cuenta de nuestra existencia como personas trans y de género no binario en el ámbito de las artes y la cultura? ¿Cuál es la mejor manera de visibilizar nuestras experiencias como gestores culturales, como artistas, como públicos? Si bien sería contradictorio caer en el error de leer a las personas lgbtiq+, trans, maricas, no binaries como si fuésemos un grupo homogéneo con características e intereses similares, la data y los números contribuyen a legitimar demandas, que, como podemos ver en diferentes espacios compartidos, incluso con sectores progresistas, son completamente invisibles.
Para les maricas existen limitados espacios donde se puede existir sin los constantes cuestionamientos o violencias que conlleva habitar expresiones no normadas, incluso en espacios artísticos, que al fin y al cabo reflejan el momento y territorio que habitamos. Así como es difícil el estar en, es difícil el participar en. En la gran mayoría de casos, pretender crear y desarrollar proyectos de gestión cultural desde nuestras miradas viene de la mano con la precariedad, con tener que postular a fondos donde nos piden documentos que nos recuerdan constantemente que si fuese por este país y sus autoridades, no existiríamos.
¿Cómo aparecemos en medio de tantos informes* que se vienen generando en los últimos años sobre consumo cultural, sobre la situación de trabajadores de la cultura, sobre el impacto de las precarias políticas culturales existentes e incluso sobre las brechas de género en el sector? Simplemente no aparecemos. Hablar de brechas de género, un asunto que está parcialmente aceptado y que tuvo que pasar por su propio proceso de legitimación, es hablar desde una mirada binaria.
En el Ministerio de Cultura, recién desde 2022 se incluye la opción de "no binario" y "otro" en la pregunta sobre identidad que aparece en los formularios de postulación a los estímulos económicos, siendo estos estímulos uno de los pocos recursos a los que podrían acceder personas trans y no binaries debido al nivel de precarización en el que se les obliga a vivir. Sin embargo, tres años después, y habiéndose generado informes donde se pudo haber incluído, aún no vemos alguna sistematización o resultado de este recojo de información. Evidentemente, mucho menos alguna acción que busque promover específicamente su presencia como postulantes a los fondos.
Por otro lado, en medio de tantos cursos, capacitaciones, metodologías de desarrollo de públicos, ¿cómo se está abordando esta tarea de contabilizarnos desde los proyectos de gestión cultural? ¿Se está evaluando la participación, asistencia, acceso, desde la diversidad de identidades de género y expresiones? Hasta el momento no es posible conocer qué necesidades, dinámicas y cómo son las experiencias en general de esta diversidad en espacios culturales, y mientras siga de esta manera, estaremos contribuyendo a su invisibilización y afectación
¿Quién decide qué personas existen en los informes culturales? ¿Quiénes existen en el sector cultural? ¿En el país? Contar a las personas LGBTIQ+, trans, travestis, maricas es un acto político de resistencia frente a los esfuerzos coordinados de grupos conservadores en el poder que pretenden borrarnos sistemáticamente de los espacios públicos y las estadísticas oficiales. No mostrarnos en data concreta es pretender que no existimos, es pretender que no acudimos a espacios artísticos, que no creamos e impulsamos proyectos, que no somos artistas con necesidades particulares por vivir en un país que nos precariza y no reconoce nuestras identidades.
El reconocimiento estadístico es apenas el primer paso. Tanto gestorxs culturales que lideran proyectos como las personas que participan en los distintos procesos de las políticas públicas tienen una responsabilidad y urgencia de implementar sistemas de registro que reconozcan la diversidad de identidades de género más allá del binario, así como sistematizar y publicar los datos recogidos para promover medidas y políticas culturales inclusivas, y evidentemente capacitarse y garantizar el acceso seguro a espacios culturales para todas las identidades.
En el Día Internacional de la Visibilidad Trans, reafirmamos que existimos, que creamos, que consumimos cultura, y que merecemos ser contades. La gestión cultural y las políticas públicas tienen una deuda histórica con nuestras comunidades que debe comenzar a saldarse con el simple pero revolucionario acto de reconocer nuestra existencia en las estadísticas y análisis de públicos.
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