Ana Lucía Saavedra, profesora de Yoga Danza: “Usamos el cuerpo como un vehículo para transformarnos”

© Xulio Xexar

Artículo escrito por Luciana Fonseca

El pasado viernes me percaté que hoy, domingo 29 de abril, es el Día Internacional de la Danza. Ese mismo día terminé, satisfactoriamente, mi primer profesorado de Yoga, de Hatha Vinyasa Yoga para ser más precisos. Este estilo puede estar muy asociado a la danza por su fluidez en la secuencia de asanas (posturas) y la sincronía entre respiración y movimiento. Por estas razones, decidí buscar a Ana Lucía Saavedra, una especialista en Yoga y Danza para celebrar este día aprendiendo más sobre estas hermosas disciplinas milenarias.

Ana Lucía me cita para una de sus clases que dicta todos los sábados a las 10 am en Espacio La voz del Cuerpo (Bolognesi 728, Barranco), frente al Sargento Pimienta. Llego puntual y empezamos a conversar. Me cuenta que llegó a la danza a los 21 años y agradece infinitamente ese momento: “El que entra en la danza se queda para siempre. Es como un llamado interno que nos lleva a un espacio de unión”. Esta misma búsqueda, hacia la unión, es también la finalidad del yoga.

“Yo creo que una persona puede desear hacer Yoga Danza como se puede dar de manera muy orgánica”, me dice Ana Lucía. “Si el impulso nace de un plano más mental, hay que profundizar más en la filosofía del yoga y recordar que esta práctica no son solo asanas o posturas, sino que usamos el cuerpo como un vehículo para transformarnos. Además, es un sistema que te hace ser más consiente de ti en cada aspecto: físico, emocional y espiritual”.

Danzar paso a paso
Pero los inicios de Ana Lucía no son como los de una aspirante a bailarina o yogui. Cuando trabajaba como ilustradora y publicista, iba a la Filmoteca del MALI a pasar el rato y siempre se quedaba absorta con el típico conteo de una clase de contemporáneo (ocho tiempos). No sabía de qué se trataba hasta que un día decidió acercarse a aquel salón. Después de ver un montón de piernas volando con mucha gracia hacia arriba y hacia abajo, el profesor la invitó a pasar. Sin darse cuenta, ya tenía los jeans remangados y trataba de imitar todo lo que veía.

Ese profesor era el maestro César Yesquén, coreógrafo y bailarín fundador de su Ballet Contemporáneo. Ana Lucía fue una de las seleccionadas para iniciar con este proyecto que coincidía con la inauguración del Consejo Nacional de Danza, institución que reconoce y dedica este día a este hermoso arte.

Desde 1997 hasta el 2007, se mantuvo con el elenco de Yesquén. “Para mi maestro, el espacio era el papel. Nosotras éramos el color, la forma, la textura”, recuerda Ana Lucía. “Con el tiempo fui aprendiendo que la danza es un espacio democrático porque acoge y se conecta desde otro lugar con la gente. Entonces, cuando estás moviéndote desaparecen el género, la condición social, etcétera, y de pronto, cuando todos estamos ahí, ya no vuelves a salir. Es un espacio acogedor e integrador”.

No obstante, desde sus inicios en la danza, Ana Lucía tuvo problemas con la tercera lumbar. Se enteró de que era irreversible y no la ayudaba con las posturas, así que le recomendaron practicar Yoga. “No sabía lo que era eso y fui a una clase en Espacio Danza y después de la clase me quedé pensando: ‘¿Qué es esto?’”. Su asombro provenía de que aquella práctica le había hecho muy bien, no solo a su cuerpo sino también a su mente. A partir de entonces fue muy consciente de todo lo que suponía aunar ambas disciplinas.

Encontrar el equilibrio en Buenos Aires
Posteriormente, Ana Lucía se fue a estudiar Coreografía e Interpretación a Buenos Aires. “Estaban mucho más adelantados que nosotros en este ámbito. Decidí postular a dos lugares: UNA y Escuela XXI, que es un centro de interpretación de danza. Me encantaron ambas instituciones porque dentro de su currícula incluían la música, la rítmica y el yoga”.

Cuando estuvo en Valle Tierra, un gran estudio de yoga en Buenos Aires, se certificó como instructora y empezó a dictar Hatha. Allí los alumnos le hacían comentarios sobre por qué su estilo se parecía tanto a una danza, donde enlazaba las posturas como una coreografía.

“Yo creo que por mi formación como bailarina saco del baúl lo que se necesita: Eutonía, pilates, Graham, alineación biomecánica según lo que la persona requiera”, explica Ana Lucía. “Tengo esas herramientas que uso en clase. No es lo que me han enseñado, pero por experiencia propia cada alumno en una clase necesita algo diferente. Cada cuerpo es distinto y tanto las herramientas de la danza como la del yoga sirven”.

Al fin de la conversación, Ana Lucía me deja con esta reflexión: “El Yoga Danza es como una corriente, como un estilo, muy natural y orgánico, por lo menos en mi experiencia. Lo que pasa es que mi yoga es la danza, el karateka dirá el karate es mi danza o el bailarín de ballet dice el ballet es mi yoga y está muy bien porque justamente yoga en sí es esa unión donde tú te sientes completamente integrado, pero de una forma profunda y a todo nivel”.

¡Gracias Ana Lucía y Feliz Día Danza!

MÁS INFORMACIÓN
Taller: Yoga Dinámico
Lugar: Espacio La Voz del Cuerpo (Bolognesi 728, Barranco)
Horario: Sábados, 10am
Facebook: @lavozdelcuerpo
Inscripciones: vozdelcuerpo@gmail.com | 994-287-474

Comentarios

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