Extensión de la cuarentena con Miles Davis: 6 discos imprescindibles

"In A Silent Way es la fusión entre el jazz y el rock gracias a la introducción de instrumentos eléctricos en la escena."

El trompetista afroamericano no fue un simple músico de jazz. Nacido en East St. Louis, Illinois, en 1926, Miles Davis atravesó como un ave en llamas diversos géneros musicales para transgredirlos y renovarlos. Hoy, 26 de mayo, celebramos su cumpleaños comentado seis de sus discos.

Miles Davis logró transformar todo lo que tocó a su paso. En una parte de su autobiografía escrita Miles. La autobriografía (1989)— nos cuenta de una forma visceral su conexión con el jazz: "Mira, la sensación más fuerte que he experimentado en mi vida (con la ropa puesta) fue cuando oí por primera vez a Diz y a Bird juntos en St. Louis, Missouri, allá por 1944. Yo tenía dieciocho años y acababa de graduarme en la Lincoln High School. Cuando oí a Diz y a Bird tocar en la banda de B, me dije: ¿Qué? ¡Qué es esto! Tío, esa mierda era tan fuerte que asustaba. Era de puta madre. Aquella santa mierda, tío, me inundó el cuerpo: la música inundándome el cuerpo, precisamente la música que quería oír. Algo grande."

Yonqui y amante de la buena vida, Miles fue una personalidad que tuvo una larga temporada en el infierno, pero que dentro de sus peores momentos sacó un pedazo de sí mismo para hacer música. “A mi entender, los grandes músicos son como lo grandes púgiles que conocen la autodefensa”, decía Miles Davis, quien entrenaba box para sudar todo el alcohol, el cigarro y otras cosas de la noche anterior, pues lo ayudaba a mantener su físico para esas largas sesiones con la trompeta. Pero estas son historias para otro momento. Ahora le rendimos tributo con otros rituales: encender un cigarrillo, servirse un vaso con el alcohol de su preferencia, si es posible desnudarse y poner cualquier disco de este genio para empezar una danza en nuestra soledad de cuarentena. 

THE BIRTH OF COOL (1957)

El disco se lanzó en el año 1957, pero las grabaciones fueron realizadas entre 1949 y 1950. Miles, con tan solo 22 años, notó que el bebop se había convertido en una norma y como todo artista inquieto lo único que quería era quitarse ese corsé. Después de tocar junto a Charlie Parker pasa a organizar su primera banda con los arreglos de Gil Evans, con quien crearía algo llamado Cool Jazz. Para emprender esta batalla convocó una línea de vientos poco común para ese momento. Junto a su trompeta estaban Gerry Mulligan (saxo barítono), Lee Konitz (saxo alto), Kai Winding (trombón), John Barber (tuba) y Junior Collins (corno francés). Y para completar los nueve músicos que formaron parte del disco estaba en la batería Max Roach, en el piano John Lewis y en el contrabajo Nelson Boyd. Todos ellos músicos jóvenes de la escena underground que colaboraron en la deconstrucción y construcción del género para llevarlo a un estilo que prioriza los arreglos de una orquestación más académica a las acrobacias del bebop. El disco no alcanzó el recibimiento que se esperaba, pero con el tiempo se convertiría en un punto de quiebre en el desarrollo del jazz moderno.

ASCENSOR PARA EL CADALSO (1957)

Miles había llegado a París para convertirse en una estrella al otro lado del océano. Dentro de la movida cultural de los años cincuenta Davis se convierte en un referente para los grandes intelectuales que no ven en su color de piel un impedimento para amarlo. La esposa de Boris Vian, escritor que le enseña la bohemia parisina al músico, se enamora de él y es gracias a ella que logra contactarse con Louis Malle. La leyenda es conocida. Este director que acaba de dirigir su ópera prima contrata a Miles Davis para componer la banda sonora de esta historia de amor y crimen. La grabación fue a inicios de diciembre de 1957 y se cuenta que la actriz Jeanne Moreau preparó un minibar para atender a los músicos durante la sesión. Imaginen lo siguiente: en una pared blanca proyectan las escenas mudas y frente a las imágenes los músicos comienzan a improvisar sobre la partitura, compuesta por Miles Davis, y con el alma puesta en la pantalla. Este es un disco que nos agita en nuestra soledad y nos acompaña en estas noches frías como un faro en medio de la niebla.

KIND OF BLUE (1959)

Posiblemente el disco más conocido de Miles Davis y con justa razón. Empecemos por los músicos que lo acompañan: John Coltrane (saxo tenor), Cannonball Adderley (saxo alto), y Paul Chambers (contrabajo), quienes formaron parte de su primer gran sexteto con el que sacaron “Milestones” años antes, pero, en este disco, se une Bill Evans (piano) y Jimmy Cobb (batería). Este famoso baterista falleció ayer y era el último músico vivo que formó parte de este sexteto. Cabe mencionar que todos estos músicos formaron grandes carreras después de este sexteto y son figuras importantes en la historia del jazz. El mismo Miles Davis confesaba que “para él era muy importante seleccionar músicos inteligentes, porque, si son inteligentes y creativos, casi seguro que la música volará alto”. Otro factor que influye en la gran acogida del disco es que está lleno de plácidas intensidades que forman un ambiente de calma, esta atmósfera se nutre de las intervenciones diáfanas de Coltrane y Adderley que danzan sobre la armonía suelta y fluida que le da al piano Bill Evans. En este disco se puede apreciar y sentir las influencias del blues y el flamenco dentro de algunos temas que son paisajes sonoros llenos de matices. Como toda grabación su historia está llena de mitos, se dice que los músicos llegaron al estudio sin haber ensayado y las bases del disco quedaron en la primera sesión. Miles declaró que no hubo regrabaciones. Leyenda o verdad, no importa, cuando el resultado es una obra maestra.

IN A SILENT WAY (1969)

En algún momento de los años sesenta Miles descubre a Jimmy Hendrix y comienza a interesarse por el rock. Esta curiosidad demuestra que el músico contaba con una saludable falta de prejuicios y estaba dispuesto a salir de su zona de confort cada vez que lo necesitaba económicamente, ya que el jazz perdía vigencia con la aparición de otros géneros más populares. Miles Davis exponía la siguiente máxima: “Hay que ubicar a un tipo en un punto que tenga que hacer otra cosa, aparte de lo que ya sabe”. Y bajo está sentencia podemos sucumbir a la experiencia que significa escuchar este disco. In A Silent Way es la fusión entre el jazz y el rock gracias a la introducción de instrumentos eléctricos en la escena. Miles empieza a usar el estudio de grabación como un instrumento más. Primero estaban las llamadas “jam sesiones” y luego Miles las editaba con paciencia y a su antojo. Para este disco convocó a una nueva generación de músicos como Chick Corea y Joe Zawinul en los teclados, a John McLaughlin en la guitarra eléctrica y Wayne Shorter en el saxo soprano. Como escucharán el resultado no es jazz ni rock, es algo nuevo pero que definitivamente lleva el sello de Miles Davis.

BITCHES BREW (1970)

Con este disco tuve un problema. Debo admitir que fue gracias al jazz que aprendí a comprometerme con temas largos sin aburrirme dado que te exige estar atento a los cambios o el ingreso de uno u otro instrumento sin darte tiempo a descanso. Pero con Bitches Brew encontré una revolución personal. Como todos los que nacimos en los noventa, es con la llegada de internet y la fuente inagotable que fue (y es) youtube antes de la aparición de spotify, que pude descubrir infinidad de discos, pero el problema estaba en que si lo querías descargar tenías que meter todo el disco en un solo tema. Es así que me obligué a escuchar discos completos porque no podía seleccionar canción por canción. Pero con este disco te enfrentabas a canciones de casi media hora y perderse dentro de este caudal era pan de cada día. Pero poco a poco uno va sucumbiendo al trance que propone este particular experimento sonoro. Para componer este disco Miles continúa con la alineación de músicos del disco anterior. “Si In a silent way fue la revolución, Bitches Brew fue el escándalo”, leí alguna vez. Este disco es como leer Moby Dick, 2666 o Metamorfosis. No sabes a lo que te metes pero una vez dentro no vuelves a salir de la misma forma. Miles nos guía por caminos nunca explorados como oyentes novicios en estas experiencias místicas de la música. Por ratos estamos ante una gran fuerza tribal e imágenes sonoras que nacen del rock o el jazz pero que no se definen como tal. En otros momentos alcanzamos una calma casi alucinógena como si fuéramos parte de un ritual chamánico. Y al final el resultado es una experiencia en la que no entendiste nada pero sentiste demasiado. En su momento fue criticada por los puritas del jazz pero, como era de costumbre con Miles Davis, el disco alcanzó ventas nunca antes vistas y el jazz nuevamente cobraba vigencia.

PORGY AND BESS (1958)

Uno de los temas más versionados del jazz puede ser summertime. Podemos escuchar un lamento en la voz de Lady Day al interpretar esta aria compuesta por George Gershwin para la ópera Porgy and Bess, de 1935. O, tal vez, escuchar una versión más moderna interpretada por Sublime, si queremos alejarnos del jazz por un instante. La ópera cuenta la historia de Porgy, un inválido que trata de rescatar a Bess de su proxeneta y de un vendedor de drogas. Un tema que no le es ajeno al músico, quien junto a Gil Evans, que se había convertido en su compinche ideal para sus aventuras musicales de los últimos años, realizan una particular lectura de la ópera, que en esos años estaba alcanzando su mayor momento de fama. Es con este disco con el que Miles Davis tuvo un gran reto. “La pieza más difícil que tuve que tocar en toda mi vida fue I love you, Porgy, porque debía hacer que la trompeta sonase y fraseara igual que una voz humana”, cuenta Miles en su autobiografía. Y no se aleja de la realidad porque cuando escuchamos este disco (e incluso en otros) el sonido que emite la trompeta es realmente como una voz humana. Este disco cuenta con una orquesta fresca y aterciopelada, una amplia gama de vientos que son una paleta de colores a disposición del gran virtuosismo y madurez artística de un Miles de 42 años.  

Explorar a Miles es una actividad que exige tiempo pero que promete un descubrimiento constante, y es que no hay mayor placer que aquel que viene acompañado del asombro. Escuchar su música es como ver un cuadro de Paul Gauguin, ver colores y cosas. Imaginar una bandada de pájaros moverse ordenados en medio del caos de un cielo que se incendian, ver a un grupo de mujeres y hombres darse un baño desnudos en un río violeta, cerrar los ojos y dejarse llevar por la sensualidad de la trompeta de este místico. 

¡Feliz cumpleaños, Miles!

Comentarios

Realmente con tan impecable descripción me anima a aprender a escuchar a Miles Davis...

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