Crítica: 'Mula', de Clint Eastwood

Clint Eastwood se vuelve a dirigir a sí mismo en 'Mula'. © Difusión

Crítica de cine por Javier Gragera

La cosa huele a testamento creativo. No sólo por el notorio declive físico del Eastwood actor (que se vuelve a dirigir a sí mismo 10 años después de Gran Torino), sino también por el agotamiento de su discurso cinematográfico. Algo que el propio cineasta parece asumir y, en un virtuoso ejercicio de lucidez, lo hace llevando a la gran pantalla el caso real de Walt Kovalski, un anciano y marchoso horticultor de Estados Unidos que para capear el declive económico de su negocio acepta trabajar para el narcotráfico como 'mula' (transportista) y así granjearse un boleto de lujo a la jubilación. Eastwood se ensaña a gusto contra sí mismo al encarnar un personaje que, solo en el ocaso de su vida, logra aceptar con algo de pereza su propio fracaso como ser humano sin dejar de reivindicar su gran responsabilidad como artista: la de perseguir la genialidad de su obra hasta las últimas consecuencias. Caiga quien caiga.

Hay mucha tela que cortar bajo la apariencia de comedia amoral e inofensiva de esta película, cuya principal fortaleza es la configuración de un protagonista atípico que produce ternura, respeto y desprecio a partes iguales. De la mano del guionista Nick Schenk, Eastwood esboza una vez más un retrato cargado de contradicciones del antihéroe estadounidense, tan alejado del sueño americano como Ulises de Ítaca. Pero, ante todo, estamos ante una elocuente fábula sobre la voracidad del tiempo y nuestra incapacidad para ofrecerle resistencia. Porque todo llega y todo pasa. Y no hay mayor drama que acudir tarde a nuestra propia redención, sin margen de maniobra para revertir los errores del pasado.

La animadversión del protagonista a la era digital (que le ha llevado a la ruina por culpa de las ventas online) es un detalle simpático pero significativo, y que muestra una vez más el desencanto de Eastwood hacia los derroteros de la contemporaneidad, en los que no sabe ubicarse con comodidad. Aunque esta vez el cineasta se toma este relinche reaccionario con más humor que amargura. Esta es la clave de una película que ante todo se puede definir como amable. Divierte, pero no muerde, al tiempo que reafirma obsesiones autorales e improntas estilísticas. 

Mula es tan desvergonzada en sus virtudes como en sus debilidades: Eastwood tira de cliché y lugares comunes cuando más le conviene (sobre todo en las escenas donde hay mexicanos de por medio), al igual que sobran ciertos subrayados dramáticos en el epílogo del filme, cuando la historia se precipita ansiosa hacia su moraleja final. No hay nada más canónico que una película con mensaje, que gira en torno a una pregunta moral y una elección definitiva. Y ahí, en ese cine de toda la vida, Eastwood es genio y figura. Ya quedan pocos como él.

+ INFO
Título original:
 The Mule
Dirección: Clint Eastwood
Guion: Nick Schenk
Reparto: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Dianne Wiest, Michael Peña, Taissa Farmiga
Fotografía: Yves Bélanger
País: EE.UU. (2018)
Duración: 116’

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